Profesionales y alumnos unifican sus criterios sobre el futuro de los títulos de graduado en ingeniería para el sector industrial
El proceso desarrollado durante los últimos cuatro años para poner en marcha la Declaración de Bolonia en España adaptándose al Espacio Europeo de Educación Superior, ha sido un asunto prioritario para nuestra profesión.
Los Gobiernos del Estado que se han ocupado de éste asunto, teniendo en cuenta a diferentes interlocutores, fueron configurando los Reales Decretos de Grado y Posgrado, que en último caso, permitían por su ambigüedad una amplia variedad de soluciones para la reestructuración de las enseñanzas universitarias.
Se empezó a dar contenido a dichos Reales Decretos, en cuanto concierne a las Ingenierías, con propuestas de créditos, número de años, troncalidades, competencias, atribuciones, planes de estudio, en medio de un gran debate interno en las Escuelas, Colegios profesionales, Asociaciones, Mesa de la Ingeniería, todo ello con carácter extraoficial, dentro de un dinamismo excepcional que sin duda beneficia a la sociedad española.
El modelo de ingeniero de grado de cuatro años con 240 créditos ECTS, absolutamente nuevo, progresista, con alta troncalidad, generalísta, con plenitud de atribuciones, con escasos títulos dentro de cada rama, se abre paso, como la solución para un ingeniero multidisciplinar, todo terreno, que encaja perfecta y prioritariamente con la pequeña y mediana empresa española y para la movilidad europea. Repetidamente actuales responsables del Ministerio de Educación se han manifestado con mucha proximidad a éstos planteamientos, y especialmente en el documento de la Secretaria de Estado de Universidades con Notas y Recomendaciones para el desarrollo de la nueva estructura universitaria, con el que estamos esencialmente de acuerdo y satisfechos.
El master está destinado a adquirir más especialización, mayor conocimiento en algún área especifica y no tiene por qué aparejar mayor nivel de atribuciones. Sin duda alguna apostamos por éste ciclo como un medio para la actualización permanente de conocimientos.
Las presiones de algunas ingenierías de segundo ciclo, basadas en sus puestos dominantes, intentan en los momentos actuales, volver prácticamente a donde estamos, más de lo mismo, (rechazan el modelo de Bolonia), pero a peor para la Ingeniería Técnica Industrial y para los intereses generales de España, aspirando a continuar, incluso a ampliar, a cinco o seis años los modelos de ingenieros. Más años para entretener a los jóvenes más tiempo en la Universidad, que también debe interesar a algunos docentes, y de paso borrar toda posibilidad de las atribuciones en el grado. Por lo visto tampoco se tienen en cuenta el costo académico, porque es una actitud mercantilista según constatamos en algunos escritos y medios informativos a raíz del debate sobre las Humanidades
Lo que se está realmente planteando, aunque no lo parezca, no es más ó menos años, o más o menos atribuciones, es una oportunidad para conseguir eliminar de un plumazo un segmento económico del país de vital importancia, movido por las Ingenierías Técnicas, y dentro de ellas la más significativa la de rama industrial, en beneficio directo y sin competencia para algunas ingenierías de segundo ciclo, incorrectamente llamadas superiores. Es más cómodo quitar del medio a una profesión reconocida socialmente, que exponerse a la competitividad en el mercado profesional y laboral. Los intereses generales del país parece que son absolutamente indiferentes para los actuales segundos ciclos, y entre ellos, de prosperar los master de atribuciones latifundistas, se rompería un modelo de ingeniero, parecido a las Ingenierías Técnicas, vital para la industria española y que es reconocido por la Declaración de Bolonia
Los Ingenieros Técnicos Industriales somos 120.000 profesionales y no consentiremos éste atropello. Tampoco lo permitiremos los 72.000 alumnos de ésta profesión, ni los que vayan a comenzar el próximo curso y siguientes la Ingeniería Técnica Industrial, donde tendrán absolutamente asegurados sus derechos y expectativas, transmitiendo desde nuestras Instituciones la firmeza de que no es ni será posible destruir o cercenar algo esencial para la vida económica española, que sin duda garantizará el Gobierno de la Nación.
Los Gobiernos del Estado que se han ocupado de éste asunto, teniendo en cuenta a diferentes interlocutores, fueron configurando los Reales Decretos de Grado y Posgrado, que en último caso, permitían por su ambigüedad una amplia variedad de soluciones para la reestructuración de las enseñanzas universitarias.
Se empezó a dar contenido a dichos Reales Decretos, en cuanto concierne a las Ingenierías, con propuestas de créditos, número de años, troncalidades, competencias, atribuciones, planes de estudio, en medio de un gran debate interno en las Escuelas, Colegios profesionales, Asociaciones, Mesa de la Ingeniería, todo ello con carácter extraoficial, dentro de un dinamismo excepcional que sin duda beneficia a la sociedad española.
El modelo de ingeniero de grado de cuatro años con 240 créditos ECTS, absolutamente nuevo, progresista, con alta troncalidad, generalísta, con plenitud de atribuciones, con escasos títulos dentro de cada rama, se abre paso, como la solución para un ingeniero multidisciplinar, todo terreno, que encaja perfecta y prioritariamente con la pequeña y mediana empresa española y para la movilidad europea. Repetidamente actuales responsables del Ministerio de Educación se han manifestado con mucha proximidad a éstos planteamientos, y especialmente en el documento de la Secretaria de Estado de Universidades con Notas y Recomendaciones para el desarrollo de la nueva estructura universitaria, con el que estamos esencialmente de acuerdo y satisfechos.
El master está destinado a adquirir más especialización, mayor conocimiento en algún área especifica y no tiene por qué aparejar mayor nivel de atribuciones. Sin duda alguna apostamos por éste ciclo como un medio para la actualización permanente de conocimientos.
Las presiones de algunas ingenierías de segundo ciclo, basadas en sus puestos dominantes, intentan en los momentos actuales, volver prácticamente a donde estamos, más de lo mismo, (rechazan el modelo de Bolonia), pero a peor para la Ingeniería Técnica Industrial y para los intereses generales de España, aspirando a continuar, incluso a ampliar, a cinco o seis años los modelos de ingenieros. Más años para entretener a los jóvenes más tiempo en la Universidad, que también debe interesar a algunos docentes, y de paso borrar toda posibilidad de las atribuciones en el grado. Por lo visto tampoco se tienen en cuenta el costo académico, porque es una actitud mercantilista según constatamos en algunos escritos y medios informativos a raíz del debate sobre las Humanidades
Lo que se está realmente planteando, aunque no lo parezca, no es más ó menos años, o más o menos atribuciones, es una oportunidad para conseguir eliminar de un plumazo un segmento económico del país de vital importancia, movido por las Ingenierías Técnicas, y dentro de ellas la más significativa la de rama industrial, en beneficio directo y sin competencia para algunas ingenierías de segundo ciclo, incorrectamente llamadas superiores. Es más cómodo quitar del medio a una profesión reconocida socialmente, que exponerse a la competitividad en el mercado profesional y laboral. Los intereses generales del país parece que son absolutamente indiferentes para los actuales segundos ciclos, y entre ellos, de prosperar los master de atribuciones latifundistas, se rompería un modelo de ingeniero, parecido a las Ingenierías Técnicas, vital para la industria española y que es reconocido por la Declaración de Bolonia
Los Ingenieros Técnicos Industriales somos 120.000 profesionales y no consentiremos éste atropello. Tampoco lo permitiremos los 72.000 alumnos de ésta profesión, ni los que vayan a comenzar el próximo curso y siguientes la Ingeniería Técnica Industrial, donde tendrán absolutamente asegurados sus derechos y expectativas, transmitiendo desde nuestras Instituciones la firmeza de que no es ni será posible destruir o cercenar algo esencial para la vida económica española, que sin duda garantizará el Gobierno de la Nación.
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