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La adecuada clasificación de los heridos y la agilidad en la toma de decisiones fueron claves tras los atentados del 11 de marzo

Las Unidades de Recuperación Postanestesica (URPA), junto con las Unidades de Cuidados Críticos, fueron un eslabón fundamental en la cadena asistencial tras los atentados del 11 de marzo ocurridos, hace exactamente un año en Madrid. Esta afirmación guiará la conferencia que pronunciará el doctor Juan Navia, en el Hospital Xeral de Vigo. La charla, que será presentada por el doctor Francisco Rey, Jefe del Servicio de Anestesia del Hospital Xeral-CHUVI, servirá para abrir el ciclo de conferencias dedicados a conmemorar el 50 Aniversario de este centro sanitario.
La conferencia Experiencia 11 de marzo en Madrid desvelará que el Departamento de Anestesia, Reanimación y Cuidados Intensivos del Hospital General Gregorio Marañón tuvo un papel primordial en la clasificación de los heridos, la atención en el quirófano y posteriormente en los resultados en las Unidades de Cuidados Críticos. Así, las Unidades de Recuperación Postanestésica (URPA) hasta las 12.30 horas del mediodía constituyeron un medio de clasificación imprescindible, donde también, acudieron especialistas con equipos portátiles que realizaban las pruebas necesarias en este nivel. Además, si se precisaba alguna exploración específica de técnicas especiales, el traslado de estos pacientes y el cuidado durante su ejecución corría a cargo de un anestesiólogo, explica Juan Navia.
El estudio revela la labor que realizaron los médicos cuando iban llegando los heridos: Los pacientes muy graves se atendían en el cuarto de shock por anestesiólogos, cirujanos y traumatólogos hasta que se conseguía su estabilización y podían ser derivados, bien a las Unidades de Críticos o al quirófano. Con el resto de los pacientes se realizó un sistema simple que consistió en atender en las propias dependencias de la urgencia general a aquellos que presentaban signos de consciencia conservada y sin evidencia de lesiones graves. Los pacientes con sospecha de gravedad fueron derivados a las Unidades de Recuperación Postanestésica donde se dispuso el segundo nivel de clasificación con especialistas y personal que pudieron reanimar a los pacientes que lo necesitaban y tener acceso inmediato a los quirófanos, donde esperaban el personal y los facultativos necesarios para efectuar la intervención requerida. Este hecho permitió realizar de forma progresiva y en un tiempo muy corto, cuantas intervenciones quirúrgicas fueron necesarias.
El circuito se completó, desde la URPA hacia las Unidades de Críticos, a los quirófanos o a las plantas de hospitalización. Durante este tiempo los pacientes que habían sido intervenidos y no necesitaban cuidados intensivos, fueron atendidos durante el postoperatorio inmediato, en las Unidades de Recuperación más alejadas de la zona de quirófanos, consiguiéndose paliar la sobrecarga asistencial que se estaba produciendo en las URPA (90 pacientes recibidos hasta las 12:00 horas).
A partir de las 12:30 horas, dadas las condiciones asistenciales de monitorización y medios que dispone la URPA del Hospital General Gregorio Marañón, una vez superada esta fase de gran afluencia de pacientes, pudo ser reconvertida en Unidad de Cuidados Críticos, con lo que se aumentaron las posibilidades de atención a las víctimas mas graves del terrorismo.
Al día siguiente se decidió no realizar ningún tipo de cirugía programada, por lo que los quirófanos quedaron disponibles para urgencias y las intervenciones relacionadas con la cirugía de secuelas, a lo que hubo que unir las labores de identificación e información.
En días sucesivos los pacientes siguieron su curso clínico. Solamente falleció un herido a los 7 días de su ingreso en la Unidad de Reanimación y todos los demás fueron dados de alta de las Unidades de Críticos, después de una estancia entre 1 y 40 días, la media fue de 10 días.
El hospital recobró su ritmo normal el 15 de marzo cuando se reanudó la programación quirúrgica habitual aunque se añadió una gran presión asistencial a la larga estancia que necesitaron los heridos ingresados en las Unidades de Críticos.
El Departamento de Anestesia, Reanimación y Cuidados Intensivos consta de dos Unidades de Cuidados Críticos: la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con 18 camas, dependiente del Servicio de Medicina Intensiva, y la Unidad de Reanimación con 15 camas dependiente del Servicio de Anestesia y Reanimación. Existen además dos Unidades de Recuperación Postanestésica (URPA) con capacidad para atender a 20 pacientes simultáneamente, así como otras localizaciones específicas (Unidad de Cuidados Postoperatorios de Cirugía Cardiaca, Unidades de Recuperación de Cirugía Mayor Ambulatoria, Unidades de Recuperación Postanestésica de Maternidad y el Hospital Infantil), con 40 camas bajo la responsabilidad del Servicio de Anestesia y que completan la oferta asistencial del Departamento.
Susana Asenjo (Evenir)