Un exdirectivo de la armadora del Prestige admite en el juicio que se pensó en hundir el buque para evitar una inspección

Tras reanudarse su declaración, después de aplazarse la pasada semana por una indisposición, Alevizos ha cuestionado que el buque estuviese en condiciones de navegar y ha responsabilizado a la sociedad clasificadora ABS de no hacer "bien" las inspecciones de las reparaciones. "La culpa solo la tiene la clasificadora", ha dicho al manifestar que no creía que los armadores "tuvieran un conocimiento previo del estado del buque" y al defender que las reparaciones tenían que haberse hecho con un representante de la clasificadora presente.
También ha confirmado que, tras el accidente que registró el buque la noche del 13 de noviembre de 2002 y la conversación que mantuvo en las primeras horas con el capitán del buque, Apostolos Mangouras, consideró que la salvación del buque no era viable. Así, ha dicho que "la descripción de lo que vivía Mangouras", -quien, según ha expuesto, le relató que la cubierta se movía bajo sus pies "como si fuera una serpiente- y los "esfuerzos" a los que se estaba sometiendo el barco le indicaban que estaba "prácticamente liquidado".
En cuanto a las reuniones mantenidas en la empresa, ha dicho que las opciones que se plantearon fue "hundir el buque ahí mismo para evitar un control in situ" de su estado estructural "o entregarlo a una sociedad de salvamento para que lo alejara lo más posible".
Descartado el hundimiento "porque podía fallar", ha precisado que "ninguna parte tenía intención de llevar el buque a un puerto para que se examinara su estado estructural".
Ha elogiado el trabajo de las autoridades españolas en las primeras horas del siniestro y ha afirmado que "gracias a su intervención se salvaron vidas", en referencia a los tripulantes filipinos rescatados. En la misma línea, ha asegurado, sobre el alejamiento, que "ninguna persona en su sano juicio" metería "un bomba de relojería en su casa". En cuanto a las causas del accidente del 'Prestige', ha señalado que se barajó el golpe de un submarino o de troncos y tampoco ha descartado que hubiese sido golpeado por una "ola gigante". No obstante, ha considerado que sí hubo un desprendimiento de chapas fue "por la corrosión y la mala soldadura" y no solo por el golpe de una ola gigante, al que el capitán atribuyó el siniestro en su declaración. "Ese barco no tenía que llevar ni agua", ha recalcado Alevizos, quien ha precisado que, por la zona donde se produjo el siniestro, pasó, como jefe de máquinas, "más de 100 veces en barcos de 30 y 40 años de edad y sigo aquí".
Preguntado por la Abogacía del Estado si el Prestige estaba en condiciones de navegar, ha manifestado que "sí" en caso de que se le asegurase que el mar "estaría como una balsa de aceite".
R.