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La defensa del acusado por el robo del Códice Calixtino pide la anulación del proceso

El electricista de la catedral de Santiago de Compostela José Manuel Fernández Castiñeiras, autor confeso del robo del texto medieval Códice Calixtino, a través de su abogada defensora ha solicitado la nulidad del proceso que arrancó en Santiago de Compostela y en el que se recordó que Fernández Castiñeiras, que consiguió empleo de electricista en la catedral porque su madre había sido la lechera que suministraba al arzobispo, reconoció a los investigadores: "Sí, fui yo quien robó el libro. Me lo llevé el 4 de julio del año pasado, sobre las 12 de la mañana". Las declaraciones del autor confeso de ese robo son desde entonces confusas, con pretensiones de haber actuado contra la Iglesia por no contratarlo formalmente, o contra determinados individuos.

El electricista se enfrenta a una petición de la Fiscalía de 15 años de cárcel, mientras la Iglesia, personada como acusación particular, elevó la petición de penas a 31 años por apreciar que Castiñeiras abusó de la confianza del personal de la catedral. La defensa quiere probar una serie de irregularidades y vulneraciones susceptibles de conseguir la nulidad del proceso.

Se le juzga por el robo de este documento, del siglo XII, considerado el ejemplar más antiguo y completo de esa obra denominada Liber Sancti Iacobi, de la que existen unas doscientas copias en distintos puntos de Europa, desapareció misteriosamente del archivo de la catedral compostelana en julio de 2011. Un año después, a principios de julio de 2012, fue detenido el electricista de la catedral y recuperado el manuscrito, hallado en una zona de un garaje propiedad suya entre ladrillos y cemento, envuelto en papeles de periódico dentro de una bolsa de plástico junto a otros facsímiles y documentación sustraída de la catedral y en perfecto estado, según los expertos.

Las medidas de protección del manuscrito han sido reforzadas desde entonces con un dispositivo de videovigilancia de cuarenta cámaras y un equipo estable de ocho personas. El canónigo archivero responsable de la custodia del manuscrito y deán de la catedral de Santiago, José María Díaz, afirmó entonces que "el que se lo llevó sabía de qué se trataba, sabía del incalculable valor, y sabía cómo llegar a él, y si no, lo averiguó para poder llegar". La investigación policial permitió descubrir que el electricista disponía de llaves de diversas dependencias y que se había apoderado durante años no solo de documentación, sino de dinero y objetos valiosos de la catedral.
R.